Mariela Malhue

Santiago 1984

Licenciada en pedagogía (Santiago) y psicología (Buenos Aires). Publicó Estancia y doméstica (2010) y las plaquette Facciones de un trayecto (2015) y Diagramar una ruta para huir del invierno (2016). Fue incluida en Kumedungun / Kumewirin. Antología poética de mujeres mapuches (siglos XX - XXI) (2011). Durante 2015 organizó el ciclo de poesía “Con esta boca/en este mundo” en Buenos Aires.

CUMPLO CON el deber de hablar: garantía de existencia
Disfruto el espacio entre palabras
George Cantor propuso que entre un número entero y otro
hay tantos infinitos como a lo largo de toda la recta numérica
La imposición de nombrar
decirle temblor al temblor y no anomalía de uso
Un cuerpo que gravita sobre una superficie
que le retorna su propio peso
Sentir que mis brazos se vuelven blandos
ante el encuentro con el otro

SÉ QUÉ HACER dónde ir en qué utensilios
depositaré mi aura
sé qué hacer los rincones sacudir su enjambre
alterar el espacio
sé dónde el eco de la única presencia
es el instinto que devasta la maqueta abre la matriz
genera el silencio y su disciplina en este hogar
la maqueta es modelo salvaje en lo habitual
es cada posesión del aseo
hace desfilar todos mis quehaceres como si
me alteraran
como si se dijeran ante mí yo a una escala
y mi rostro
es puro símbolo inestable
los ácaros forman un ejército siniestro
éste que altera mi ruta
rasguña y cercena las plaquetas de mi piel
y las cosquillas que hay en mis paredes son realmente
el anochecer del dialecto
Y el olor a madera del hogar
es el gran engaño de mi deseo

LA GRUESA CAPA del hielo ha cubierto todo lo acuoso
la nieve se hizo roca y cubrió las aldeas
nuestros gestos las palabras
cómo será el sonido de esos témpanos al comenzar a trizarse
¿será como las rodillas al doblarse ante el impacto de lo que termina?
cómo sonará el agua intentando liberarse
ese espacio bajo sí
todo lo que nada y vive en esos lagos atrapados
se congeló la tierra para que llegáramos a estos lugares
fue necesario el viento fresco que cala y asusta a los huesos
las manos violetas el silencio obligado
dejamos de hablar para reservar mínimos latidos de calor
pues la lengua guardó su gramática imposibilitada de mostrarse
el dolor en el cuerpo: fuera de él y en su interior
recreé una situación por el bien del invierno
por todas las formas de frío que he conocido
creí encontrar cierta tibieza en la nieve
una nieve sin origen
un amor sin objeto.